El estres toxico afecta el desarrollo de los niños

Un reciente estudio publicado por la Academia Americana de Pediatría define la existencia de tres tipos de respuestas al estres (positiva, tolerable y tóxica) como efectos de los sistemas del cuerpo a la reacción a un evento estresante o la experiencia misma. La investigación se refiere específicamente a la respuesta tóxica que afecta a los niños y que tiene efectos negativos sobre el aprendizaje, la conducta y la salud.

El futuro de toda sociedad depende de su capacidad para promover el sano desarrollo de la próxima generación. Una amplia investigación sobre la biología del estrés reciente demuestra que el desarrollo saludable puede ser desbaratado por la activación excesiva o prolongada de los sistemas de respuesta al estrés en el cuerpo (especialmente el cerebro), con efectos perjudiciales en el aprendizaje, el comportamiento y la salud durante toda la vida.

Aprender a lidiar con la adversidad es una parte importante del desarrollo del niño sano. Cuando se ven amenazados, nuestros cuerpos nos preparan para responder mediante el aumento de nuestro ritmo cardíaco, presión arterial y las hormonas del estres, como el cortisol. Cuando los sistemas de un niño de respuesta al estrés se activan en un entorno de relaciones de apoyo con los adultos, estos efectos fisiológicos se almacenan y retornan a los valores basales. El resultado es el desarrollo de los sistemas de salud de respuesta al estrés. Sin embargo, si la respuesta al estrés es extrema y de larga duración, y las relaciones que sirven de amortiguador no están disponibles para el niño, el resultado puede ser un daño, que debilita los sistemas y la arquitectura del cerebro, con repercusiones para toda la vida.

Es importante distinguir entre tres tipos de respuestas al estres: positivo, tolerable, y toxico. Como se describe más adelante, estos tres términos se refieren a los efectos de los sistemas de respuesta al estrés en el cuerpo, no a un evento estresante o la experiencia misma.

La respuesta al estrés positivo es una parte normal y esencial de un desarrollo sano, que se caracteriza por un aumento breve en la frecuencia cardiaca y elevaciones leves en los niveles hormonales. Algunas situaciones que podrían desencadenar una respuesta de estrés positivo es el primer día con un nuevo cuidador o recibir una vacuna inyectada. La respuesta de la tensión nerviosa tolerable activa los sistemas de alerta del cuerpo de un mayor grado como resultado de la más seria y de mayor duración de las dificultades como la pérdida de un ser querido, un desastre natural, o una lesión aterradora. Si la activación es por tiempo limitado y protegido por las relaciones con los adultos que ayudan al niño a adaptarse, el cerebro y otros órganos van a recuperarse de lo que podría ser efectos perjudiciales.

La respuesta al estres toxico puede ocurrir cuando un niño experimenta situaciones de adversidad fuertes, frecuentes y/o prolongadas, tales como el abuso físico o emocional, la negligencia crónica, abuso de sustancias cuidador o enfermedad mental, la exposición a la violencia, y/o el peso acumulado de las dificultades económicas de la familia sin el apoyo de adultos adecuada. Este tipo de activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés puede afectar el desarrollo de la arquitectura del cerebro y otros sistemas de órganos, y aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés y el deterioro cognitivo, hasta bien entrada la edad adulta.

¿Qué determina que el estres pueda llegar a ser toxico?

Los términos de estres positivo, tolerable, o toxico se refieren a los efectos sobre los sistemas de respuesta al estrés en el cuerpo, no a un evento estresante en sí. Debido a la complejidad de los sistemas de respuesta al estrés, los tres niveles no son clínicamente cuantificables, son simplemente una forma de categorizar la gravedad relativa de las respuestas a condiciones de estrés. La medida en que los acontecimientos estresantes tienen efectos adversos duraderos está determinada en parte por la respuesta biológica de la persona (mediada tanto por la predisposición genética y la disponibilidad de las relaciones de apoyo que ayudan a moderar la respuesta al estrés), y en parte por la duración, intensidad, tiempo, y el contexto de la experiencia estresante.

¿Cuando debemos preocuparnos por el estrés tóxico?

Si por lo menos un padre o cuidador está constantemente comprometido en una relación amorosa y de apoyo con un niño pequeño, la mayoría de las respuestas al estrés serán positivas o tolerables. Por ejemplo, no hay evidencia de que, en un hogar seguro y estable, en el que se permite a un niño llorar por 20 a 30 minutos mientras se aprende a dormir toda la noche provocará una respuesta de estrés tóxico. Sin embargo, existe amplia evidencia de que las circunstancias caóticas o inestables, como la colocación de niños en una sucesión de casas de acogida o el desplazamiento debido a la inestabilidad económica o un desastre natural, puede dar lugar a una activación sostenida, extrema del sistema de respuesta al estrés. Una relación estable y amorosa puede proteger contra los efectos perjudiciales mediante la restauración de los sistemas de respuesta al estrés en “estado estable”. Cuando los factores de estrés son graves y de larga duración y las relaciones entre adultos no responden o son inconsistentes, es importante que las familias, amigos y comunidades intervengan con apoyo, la actuación de los servicios y programas que abordan el origen de la tensión y la falta de estabilización de las relaciones, con el fin de proteger al niño contra sus efectos perjudiciales.

En resumen, l estrés tóxico ocurre cuando un niño afronta, sin apoyo adecuado de un adulto, una frecuente, fuerte y prolongada adversidad, como el abuso físico o emocional, exposición a la violencia, cargas acumuladas de problemas económicos familiares, etc. Este tipo de activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés puede perturbar el desarrollo del cerebro, debilitar otros sistemas de órganos y aumentar el riesgo de enfermedades y deterioro cognitivo en la edad adulta, como trastornos cardíacos, diabetes, abuso de sustancias y depresión.

 

Johnson, Sara B. et al. “The Science of Early Life Toxic Stress for Pediatric Practice and Advocacy” Pediatrics Vol. 131 No. 2 February 1, 2013 pp. 319 -327

02/15/2013 Clinica Medica, Noticias Medicas, Pediatría
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